Aun recuerdo aquella vez que participé en un evento de Alabanza y Adoración en Lima en el que estuvo como invitado Alejandro Rodriguez, quien a mis apenas 18 años de edad me hablaba sobre cosas que con el pasar de los años haría que esos pensamientos se consoliden más y más en la base de mi corazón y que hoy en día siguen aún girando mi cerebro para sacarme de mi cómodo banquillo.
Este año, durante el tiempo que estuve recibiendo clases en un Instituto de Musica en Lima, el director nos compartió sobre un libro que era pertinente contar con un ejemplar ya que nos ayudaría a entender nuestra labor que tenemos como jóvenes pertenecientes a una iglesia o comunidad cristiana, me refiero a La Generación Emergente de Junior Zapata.
Han pasado varios meses desde que terminé de leer ese fascinante libro, y debo confesar, fue un mensaje directo para abrir el cerebro que muchas veces lo tenemos muy bien asegurado para que nada "malo" entre.
Romanos 12:1 dice:
1 Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, *santo y agradable a Dios.2 No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
Hoy, en nuestras iglesias estamos muy preocupados por saber cuál es esa voluntad buena, agradable y perfecta; sin darnos cuenta que antes debemos pedirle a Dios nos renueve la mente, porque como iglesia nos hemos quedado en pensamientos obsoletos, que fueron buenos en su momento, pero que hoy no lo son porque los tiempos simplemente cambiaron.
Es cierto, el mundo pasa y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre, pero ¿cuál es la voluntad de Dios? ¿no es acaso que renovemos nuestra mente para dejar que Dios nos ayude a usar nuestro conocimiento, la tecología, nuestro talento para alcanzar a aquellos que están distantes a la senda divina? Claro que si!.
A mis 26 años, puedo sentirme "satisfecho" por las cosas que he alcanzado dentro de la Iglesia, porque "me" he ganado un lugar dentro de ella; fui el director del Min. de Música, también conformé el liderazgo de jóvenes durante dos años consecutivos, de vez en cuando predico, hago conciertos, organizo eventos, doy charlas, etc, etc. Todo ello dentro de la subcultura "cristiana" pero a pocos metros de ese lugar, cuando ni bien salgo de la iglesia y doy un paso afuera... me convierto en un DON NADIE.
En la Iglesia levanto mi voz, llamo la atención, hablo, grito, salto, etc... en la calle, soy un ser ordinario, insignificante, irrelevante para la sociedad... en mi cueva, me disfrazo de "valor"; pero en la calle soy un minúsculo ser que que hay por montones en esta nación.
Dios no envió a Jesús a pagar tan alto precio para nosotros sentarnos cómodos en la iglesia cantando coritos y servirnos grandes banquetes en aniversarios, sino, pagó un alto precio para ser elementos multiplicadores de la gracia multiforme que Dios aún derrama sobre nosotros.
Lamentablemente adentro hablamos monótonamenta... ¿con quién me casaré? ¿es bueno usar pantalón o no?, iglecrecimiento, dones del Espíritu Santo, 7 pasos para matar a satanás; nos hemos convertido en líderes que vencen a satanás los domingos por la noche, debo decir que no tengo ningún problema con la temática, sino con el estancamiento, como si la vida cristiana fuera sólo eso cuando en realidad no lo es!
Estamos muy centrados en nuestros temitas irrelevantes que no causan ningún impacto en nuestra nación, porque tan pronto como salimos nos olvidamos de lo que aprendimos, mientras el mundo necesita respuestas contundentes que den solución eficaz en vez de sólo mostrar un legalismo en áreas insignificantes.
Es tiempo que usemos nuestro talento para alcanzar un impacto de escala global, de ese modo cuando vayas a la universidad no te quedes callado, tal vez porque lo unico que sepas sean cosas de iglesia, sino tu desafío sea relacionar la iglesia con el lugar en donde convives todo la semana, y así aquello que hay dentro tuyo tenga como fin una acción de influencia social-espiritual para la gloria de Dios.
A nuestro equipo de trabajo nos está costando mucho cambiar nuestra la de pensar, no es fácil entender que nuestra preparación se realizó en el interior de las paredes para ir al mundo exterior a aplicar lo aprendido.
Estoy cursando la carrera de Derecho y Ciencias Políticas, ya me falta poco para terminar, pero durante ese tiempo poco o nada hice para alcanzar a mis amigos, yo siempre quería ganarlos para Cristo dándoles un folleto, mostrándoles una película que los haga ver lo pecadores que son, pero estaba equivocado, porque ni eso hice, como tampoco nunca me interesé en participar de los eventos de derecho o al menos dar opiniones desde un punto de vista cristiano, por el contrario guardé silencio...
Sé que muchos universitarios tampoco son la excepción, en la iglesia pueden tener muchos ministerios, al igual que yo, pero en la universidad no hablan, no opinan, la unción la perdemos, hablamos poco y en lo poco que decimos, sólo hay muchas incoherencias de las que todos se burlan no porque seamos cristianos, sino porque no estamos prepararos para opinar acorde a la realidad...
¿Por qué sólo limitarnos a tomar un lugar dentro de la iglesia? ¿por qué no usar nuestro talento y hacerlo relevante en nuestro campo de acción que son las calles? No está mal ser partícipe dentro de la iglesia, el problema radica cuando pensamos que todo gira únicamente alrededor de ella, cuando en realidad, como iglesia debemos girar alrededor de Jesus, quien ama este mundo por el cual se entregó sin condicionarlo, sino mostrándole compasión divina como lo hace hasta el día de hoy. Él es realmente nuestro modelo perfecto a seguir.
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