Venezolanos everywhere


Por muchos años el Perú ha sido el lugar adecuado para recibir turistas quienes en muchas formas generan ingresos para un sector de la economía del país. Sin embargo, estos últimos años  estamos presenciando el éxodo masivo de venezolanos que llegan no con el objetivo de hacer turismo, sino con la esperanza de poder sobrevivir lejos de su país tan convulsionado (ojo que no faltan los venezolanos malos como los hay también entre los peruanos).

Esta nueva realidad social "transtorna" la manera de pensar de muchos connacionales ya que para ellos el Perú es el país "más pobre" sobre la faz de la tierra y es inimaginable que hayan extranjeros que anhelarían estar en nuestros zapatos puesto que en su país las cosas están horrorosamente peor.

A diferencia de Mexico, Argentina, Chile, entre otros, para el Perú es nueva esta realidad de convivir con los migrantes; nos tomará un tiempo entender que comida, trabajo y techo hay para peruanos y extranjeros que usan su creatividad y los que se las ingenian para salir adelante. Entonces, bienvenidos señores, esta es nuestra nueva realidad.

No 'wachimanes' ni 'barredores'



Los ves en todas partes, en calles u oficinas, siempre están ahí. Provienen de todos los trasfondos, buenos y malos, como en todos sectores.

Son los del menor estatus laboral dentro de una empresa o institución pública. Muchos vienen de un hogar humilde, de aquellos que no tuvieron otra alternativa de trabajo debido a la necesidad.

Solemos menospreciarlos, en algunos casos usamos nuestro poder para infundirles miedo y "respeto". y pese a todo siempre tienen una sonrisa. Son respetuosos y siempre se adelantan al saludo.

Claro que también no faltan aquellos que ni te contestan el saludo, por lo general andan malhumorados; es comprensible, unos deben estar parados en el sol por varias horas, otros son los encargados de trasladar cosas pesadas, y encima mal remunerados, en muchos otros casos con meses sin recibir un pago oportuno.

Cada vez que los veamos, es correcto que les demos un trato respetuoso, sin subestimarlos, llamándoles correctamente, como personal de vigilancia o seguridad y personal de servicio o limpieza (no 'wachimanes' ni 'barrenderos'). Hoy por hoy, nuestra civilización debe también consistir en ver a todos por igual.