De muchachos podíamos ir a cuanto lugar queríamos. Cogíamos la maleta con los implementos básicos, una frazada y en conjunto alquilábamos la carpa, cada uno se ofrecía en poner la sartén, la olla, y cuanto utensilio que se podía llevar de la cocina de mamá.
Con la llegada de los hijos, la idea de viajar, acampar y sumergirse en la aventura pasa a un segundo plano, porque hay que cuidarlos de la gripe, la tos y cuanta peste los aceche.
Sin embargo, después de varios años de "recogimiento", al fin podemos decir que estamos listos para volver al camino, pero esta vez como un equipo de 4, con más fortaleza como para soportar las inclemencias que se presentan en el viaje.
Por eso, con mucha confianza podemos decir que el espíritu aventurero ¡aún está vivo!
Lecciones bíblicas para despedir empleados
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Despedir a un empleado es una de las tareas más difíciles para un líder,
pero se puede hacer de manera digna y respetuosa. Con principios bíblicos,
se pued...
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