No fueron fáciles nuestros inicios, adaptarse a una nueva urbe, cuesta. En el camino nos encontramos con amigos que hicimos años atrás y muchos otros nuevos que conocimos aquí y que hoy nos quieren como si fuéramos su familia.
En 2011, Dios abrió las puertas del Ministerio Público - Fiscalía de la Nación para integrar sus filas administrativas, ahí conocí a varios compañeros de trabajo, que con el tiempo se han ganado todo mi respecto y hoy valoro su trabajo. También por un tiempo en nuestros inicios apoyamos a unos hermanos muy cariñosos en Comas... ¡qué manera de darse de lleno para compartir el amor de Dios a la gente necesitada!. Y meses después se nos abrieron las puertas de una espacio espiritual llamado Zona 1 (en los límites del Callao y San Martín de Porres) y ahí conocimos una innumerable lista de amigos a quienes hoy también amamos con todo el corazón.
Cuando dejamos Huaraz éramos sólo 3 y ahora integra nuestras filas, Elías, nuestro bebé de 10 meses. Y ahora ya nos sentimos completos, familiarmente hablando.
Queda todavía una deuda pendiente que la de volver un día a Huaraz y estar al lado de mis padres a quienes dejé con muchas lágrimas, y que no hay día que pase sin que ellos hagan una oración para que el Dios del cielo me cuide donde quiera que esté.
Tal vez sea larga la lista de personas que hoy son nuestro soporte, pero a todas ellas les damos las gracias por habernos acompañado en todos estos años. No es necesario mencionarlas, por en su corazón saben cada uno quiénes lo son. Ellos mismos se dan por aludidos - como dice esta canción de Marcos Vidal.
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