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La historia de Steve Jobs es muy similar a la de miles de niños que a diario enfrentan a una difícil realidad cada vez más normal en nuestra autodenominada sociedad 'post-moderna'.
La madre biológica de Steve era una titulada universitaria joven y soltera, que decidió darlo en adopción por el sólo hecho de no haber nacido niña. Recibieron una llamada a medianoche preguntando por el pequeño, su madre respondió: “Tenemos un niño no esperado; ¿lo quieren?” - “Por supuesto”, dijeron ellos. Sin que nadie lo supiera lo dio en adopción a la familia Jobs, una familia de clase media de origen armenio.
Nadie imaginaba que años más tarde Steve Jobs se convertiría en uno de los fundadores de Apple en la década de los 70 y que hoy es considerado, junto a Bill Gates, uno de los padres de la informática y las computadoras hogareñas. Sus dispositivos revolucionaron el mundo y la forma en la que nos relacionamos con la tecnología.
Los bancos de la eurozona han perdido tres cuartas partes de su valor desde mayo de 2007. En cambio la capitalización del mercado de Apple, que hasta hace poco estuvo bajo el mando de Jobs, ha crecido hasta US$340.000 millones debido al éxito de sus productos iPod, iPhone y iPad.
No hace mucho su padre biológico, Abdulfattah John Jandali, de hoy 80 años, expresó que le gustaría conocer en persona a su hijo. “Esto puede sonar extraño, pero no estoy preparado -incluso si cualquiera de nosotros estuviera en su lecho de muerte- para levantar el teléfono para llamarlo. Steve tiene que hacerlo. Por mi orgullo sirio, no quiero que piense que estoy detrás de su fortuna. Tengo la esperanza de que antes de que sea demasiado tarde, él venga a mí, porque incluso tomar un café juntos una sola vez me haría muy feliz”, declaró en una entrevista para New York Post.
Mientras el viejo esperaba que eso pase, el destino se adelantó para jugarle una mala pasada.
Anoche Steve Jobs, de 56 años, falleció y el mundo reconoce la revolución tecnológica mundial que ocasionó. El mundo perdió a un genio.
Reflexión:
¿Tienes hijos? Valóralos, Darlos en adopción no sólo consiste en "tramitarlos" de manera legal, sino también en echarlos al abandono, dejando que la televisión, los videojuegos, los regalitos, y demás simplezas ocupen el lugar que nos corresponde como padres; quién sabe años más tardes lamentemos no haber valorado al genio que todo niño lleva dentro. Adiós Steve!
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