Twitter, Facebook, ¿y la Iglesia?

Para nadie es nuevo saber que vivimos en tiempos exponenciales, es decir, en tiempos donde el ritmo de crecimiento aumenta cada vez más rápidamente. El pasado viernes, durante el segundo día de CADE Universitaria 2009, Carmen Rosa Graham, rectora de la Universidad del Pacífico, planteaba una pregunta fundamental: "¿Qué nos hace pensar que hoy sabremos cómo va a ser el mundo en diez años, si hace diez años no sabíamos cómo sería hoy?"

Su planteamiento tiene mucha razón, hace unos cuantos años no imaginábamos la proliferada aparición de las redes sociales, y que poco a poco abren el paso a la Web 3.0 que sería el camino evolutivo de la red que conduce a la inteligencia artificial, aunque algunos escépticos todavía lo ven como una visión inalcanzable; hoy existen tantas herramientas tecnológicas que en poco tiempo se han convertido en elemento vital de nuestra tan acelerada y efímera existencia.

Hoy, ya no se habla mucho de la tecnología, sino, de la nanotecnología y biotecnología, palabras que poco a poco han entrado en nuestro léxico, pensar que hasta hace poco no imaginábamos ni su pronunciación.

En el Perú, al 77% de jóvenes “no le importaría” si se quedaran dos semanas sin celular. Eso tendría una explicación: para ellos, un celular no representa una nueva tecnología, pues nacieron con ella. Para ellos el iPod o el iPhone, por ejemplo, es mucho más imprescindible.

Con los años, ha aumentado la cantidad de jóvenes que tienen iPod, MP3 y MP4. Un estudio muestra que el 21% posee alguno de estos aparatos. Lo mismo sucede con el Play Station, Xbox, Nintendo y Wii, artefactos básicos para más del 10% de jóvenes.

En los últimos cinco años el panorama de la web cambió: se pusieron de moda los blogs y las redes sociales (MySpace, Facebook, Hi5, etc), creció You Tube y Twitter se convirtió en uno de los más populares servicios de comunicación instantánea. Sin duda, todo ello no es más que el inicio de un largo camino llamado, inteligencia artificial.

Mira alrededor: horno microondas, televisor, calefacción, aire acondicionado, el teléfono. Todos son producto de la evolución tecnológica que cada año sigue avanzando en velocidad y utilidad. La tecnología avanza vertiginosamente.

La pregunta de fondo, simplemente, es si nuestras iglesias podrán adaptarse.