Nuestro recorrido se centró a 12 km. de Huaraz, en el poblado de Wilkahuain, una tarde de sol resplandeciente donde dimos inicio a nuestra caminata previstos con lo básico para pasar unos días de completa aventura.
Después de 3 hrs aprox. de camino arriba, acampamos; bajo una constelación de estrellas que pocas veces, debido al modernismo, se ve en Huaraz.
A la mañana siguiente, amanecimos con las huellas del terrible frío que azotó nuestra carpa, empacamos y reiniciamos nuestro viaje, donde el cansancio y el soroche no se hace esperar.
Pero nuestros males de altura se discipan al ver la laguna Aguak que, aunque aceleradamente se seca, aún da la bienvenida con una hermosa vista a sus pocos y últimos visitantes que en no mucho tiempo sólo sus fotos serán la prueba de lo bello que un día existió.
Emprendemos una vez más hacia la cima, a estas alturas estamos a más de 4.900 mt, vemos algunos rastros de nieve, y el frío ya azota demasiado, es tiempo de regresar.
Gracias a Dios, porque tuvimos una vez más la oportunidad para ver lo que con tanto amor Su mano creó, tal vez la próxima vez todo habrá desaparecido, pero hoy, nos vamos satisfechos porque fuimos testigos que hay alguien que sostiene con misericordia toda esta maravillosa creación.
Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí fijaste, me pregunto: «¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?»
Pues lo hiciste poco menos que un dios, y lo coronaste de gloria y de honra:
lo entronizaste sobre la obra de tus manos, todo lo sometiste a su dominio; todas las ovejas, todos los bueyes, todos los animales del campo, las aves del cielo, los peces del mar, y todo lo que surca los senderos del mar.
Oh Señor, soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!
- David
Pues lo hiciste poco menos que un dios, y lo coronaste de gloria y de honra:
lo entronizaste sobre la obra de tus manos, todo lo sometiste a su dominio; todas las ovejas, todos los bueyes, todos los animales del campo, las aves del cielo, los peces del mar, y todo lo que surca los senderos del mar.
Oh Señor, soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!
- David
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