Serrano sin verguenza


Recuerdo hace varios años un líder espiritual me presentó ante su audiencia con las siguientes palabras: Esta noche nos visita alguien de Huaraz, su nombre es tal... y de seguro que ha venido trayéndonos queso, 'charqui' y choclo...  ¡adelante!. - Sabía que lo decía en broma, pero a mi parecer, ese comentario hace mucho que había pasado de ser broma a burla. Y aunque por más "inofensivas" que hayan parecido sus palabras, se quedaron marcadas en mi mente, no sólo porque la gente rompió en risa, sino también porque reflejaba el estereotipo que mucha gente tiene respecto a los que venimos de la sierra.

Es triste decirlo, pero en los casi 6 años que vivo en Lima,  he conocido a muchas personas que siendo lo que son, y viniendo de donde vienen, evitan hablar o mencionar sus raíces, sus vivencias y costumbres, por el sólo hecho de ser serranos.

En mi caso, nací en Lima, pero no me siento limeño. A donde voy digo que soy de Huaraz, porque mis padres y toda mi familia son de de ahí, una ciudad a poco más de 3000 metros de altura donde se come rico y se respira aire fresco.

Así también, quiero que mis hijos aprendan nuestras costumbres, que no sólo sepan comer en restaurantes de franquisia que abundan en la capital, sino que sepan también saborear el cuy, tomarse un buen caldo de mote, o una generosa taza con tocos para mantener la buena salud, etc.

En la distancia y con los años uno aprende a valorar sus orígenes, y si alguien hace una broma no hay que amilanarse, sino contrarrestar la situación con buen humor sin titubeos, no hay porqué sentirte menos que los demás; gracias a Dios somos tan iguales a cualquier persona que proviene de la costa, la sierra o la selva. En mi caso, soy un serrano sin ninguna vergüenza.